Mercosur Design: Identidad y Diferencias

d.i. Hugo Kogan

Designer

En el fin del mundo.

Argentina se encuentra al final del mundo, al sur, lejos geográficamente y cerca cultural y afectivamente de Europa. Vivimos los argentinos sintiéndonos ciudadanos del mundo, y de eso estamos enterados solamente nosotros, lo que sin duda es una seria falla de comunicación. Es el nuestro un país particularmente desarrollado en lo social y cultural, que desde principios del siglo XX ha contado con el más alto grado de alfabetización y de salud de Latinoamérica, con una clase media extendida y fuertemente activa.

En Buenos Aires, capital del país, ciudad cosmopolita que concentra la mayor actividad cultural, económica y social del país, a pesar (o como consecuencia) de una década de desguace del país y del desmadre y crisis sufrida en el 2001, la actividad cultural ha crecido en forma inimaginable, hoy se están produciendo en forma simultánea 120 obras de teatro, se ve cine en 70 salas, se producen 20 conciertos de cámara y sinfónicos, y conviven 40 salas de exposición de pintura y escultura, y el diseño ocupa en forma creciente el espacio público, los medios especializados, y exposiciones multitudinarias.

Vive en nuestro país una importante comunidad transplantada de Europa hace dos o tres generaciones, y que aún hoy no ha logrado configurar una identidad que la contenga y la refleje, y de la cuál sentirse parte, y orgullosa de pertenecer.
Una comunidad joven, bien formada, sana, con la energía y la inexperiencia y defectos propios de edades tempranas; como el no aprender de las experiencias, como si los sucesos acontecieran como consecuencia de un fenómeno impredecible de la naturaleza, y no por la falta de capacidad, de probidad o de interés de sus dirigentes, y la quietud, la mansedumbre y la indiferencia de la población.

Dos excepciones a la Teoría

Cuando los economistas efectúan predicciones sobre el desarrollo de los países basados en una serie de variables, toman en cuenta la Teoría Económica General, básica y normalmente aceptada. En base a estos conceptos efectúan proyecciones de desarrollo que, error más o error menos, se cumplen dentro de cierta razonabilidad. Existen dos casos mundialmente conocidos en los cuales la Teoría Económica tiene dos excepciones absolutas: uno el Japón, que ha escapado a todas las reglas y las proyecciones por su extraordinario desarrollo aún ante condiciones nominalmente muy adversas. La otra excepción es en sentido contrario la Argentina, que también escapa a todas las reglas y consideraciones económicas, al sufrir un retroceso brutal en su evolución económica y en la producción de riqueza. Las proyecciones sobre la Argentina, basadas en datos concretos de principios del sigo XX, pero también en datos de posteriores décadas; hicieron absolutamente imprevisible y sorprendente el retroceso constante sufrido y el actual estado económico, educativo, de desarrollo y de distribución del ingreso, los cuales han ido retrocediendo constantemente en forma insólita y fuera de toda lógica económica.

Cuando los expertos, economistas y especialistas políticos efectúan predicciones, siempre consideran varios escenarios, desde el más al menos probable.

Al menos probable le adjudican una probabilidad de ocurrencia absolutamente mínima, dado lo descabellado e insólito de la posibilidad de ocurrencia.

El problema con la Argentina, es que ese escenario menos posible o hasta impensable, ha ocurrido. Y lo peor es que ha ocurrido muy frecuentemente.
Tomando una serie de variables que los economistas consideran para evaluar el desarrollo económico, el progreso y la generación de riqueza, Argentina presenta valores con gran variabilidad en los últimos 50 años. En general con muchos picos hacia arriba y hacia abajo y de distintas magnitudes, lo cuál muestra la inestabilidad de las decisiones políticas. Pero lo peor del caso, es que la tendencia de la curva total es claramente decreciente.

Dentro de este esquema que con delicadeza podríamos denominar “esquizofrénico”, en la década de los “90 se produjeron cambios de tal magnitud que han incidido en la sociedad en su conjunto, y que trajeron como consecuencia la marginación de una importante masa de la población que hoy sufre las mismas dificultades que gran parte sus pares de Latinoamérica, con sus negativas consecuencias sobre la calidad de vida, de la salud, la alimentación y la educación de esta sociedad marginada.

Un extraño entorno

En este entorno (extraño entorno para un país con aún hoy buen nivel de educación, capacitación y conocimiento en un sector relativamente importante de la población, sus recursos energéticos, riqueza natural, niveles aceptables de salud, la calidad de sus aguas y las ambientales), se desarrolla la actividad de los profesionales del diseño formados en cinco Universidades Nacionales y varias privadas.

Las empresas industriales, el principal demandante de servicios de diseño, entrenadas para su sobrevivencia en ese mismo entorno y en la irregular y estresante variabilidad del mercado, producto de la falta de programas de desarrollo industrial y de la apertura prácticamente ilimitada al ingreso de productos importados, regula sus inversiones y actúa por hipos de acuerdo a los requerimientos del mercado. Sin programación de mediano, y mucho menos, de largo plazo condición imprescindible para la inclusión del diseño en los procesos industriales, la actividad profesional de diseño vinculada a la producción dispone de un limitado campo de actuación.

Así se puede entender que un sector considerable de los profesionales del diseño haya encaminado su actividad a la producción de los objetos diseñados tanto individualmente como en equipo. Producciones destinadas a la exportación y al mercado interno. (En estos momentos se está desarrollando en uno de los Centros de Exposiciones más importantes de la ciudad la “Feria Puro Diseño”, que nuclea a alrededor de 300 grupos de diseñadores, que allí exhiben y comercializan sus diseños con gran resonancia y buenos resultados económicos y profesionales). Esta actividad, absolutamente proactiva, que vincula el diseño con la producción es consecuencia de la baja demanda de servicios profesionales de diseño por parte de la industria, y de una simultánea sobreoferta profesional.

Al mismo tiempo la intensa movida generada por la acción de los diseñadores ha despertado el interés de un sector de la población por el “fenómeno diseño”, la prensa se ha hecho eco y bulle en el ambiente un clima de creciente expectativa sobre la oferta.

Es altamente probable que este intensa difusión termine “derramándose”a niveles empresariales y apalanque el interés por el diseño en la actividad industrial.

Las nuevas estrellas del diseño

En simultáneo, la moda en todas sus expresiones, las joyas, los muebles y objetos, la iluminación, la gráfica y el packaging son áreas que han sido tomadas por asalto por profesionales jóvenes. En un momento donde la reactivación del mercado interno y el incremento de las exportaciones incrementaron notablemente la demanda tanto de bienes como de servicios. La buena noticia fue que los empresarios de esos rubros acudieron al diseño como estrategia central de su operación. El resultado no pudo ser más exitoso y la actividad profesional en algunos momentos se ha visto superada por la demanda. Lógicamente son sectores de la industria que elabora productos de bajas series con tecnologías blandas.

Nuestro MERCOSUR

Las asociaciones económicas y culturales regionales son complejas, y como Europa lo sabe, lentas en su desarrollo y con innumerables problemas. De estas dificultades no está exento el diseño, creo que todavía hoy no pueden actuar los profesionales de los países socios fuera de sus fronteras. Por otro lado he aprendido que las asociaciones de este tipo funcionan si son capaces de homologar objetivos, crear barreras a la invasión de productos de “mano de obra descartable”, y de generar negocios interzona efectivos y a largo plazo. Llevará tiempo lograr estos objetivos, y Latinoamérica deberá apoyar y confiar en el destino de este proyecto, que de consolidarse transformará la debilidad individual de los países integrantes en fortaleza común.

Nuestros países latinoamericanos, con la excepción de Brasil, se han caracterizado históricamente como productores y exportadores de bienes básicos con relativa incorporación de valor, granos, carnes, petróleo, lanas o gas, y no han llegado a industrializarse a niveles tecnológicos competitivos cuando todavía era posible. Antes de la concentración de la información, del conocimiento y del capital.

Creo que la actividad industrial se irá concentrando en nichos que vayan dejando libres las corporaciones; y es aquí donde será necesaria una gran capacidad estratégica, creativa e innovadora, no solo de los diseñadores industriales, sino del núcleo inteligente de esas nuevas compañías.