El Diseño Industrial en Uruguay

d.i. Emilio Oteiza

Designer

La identidad y diversidad están en el centro de la actividad de un Diseñador Industrial. Es él quien debe modelar una identidad única, un punto final funcional y estético, decantando la diversidad intrínseca de los proyectos, las organizaciones y las comunidades.
Debe ser en sí mismo un profesional diverso, que muestre su identidad a través de su particular, personal, evolutivo modo de amalgamar la pluralidad de factores que intervienen en la práctica de la profesión.
Tras varios años de ejercicio profesional, nos permitimos delinear algunas características del perfil de un diseñador industrial diverso:
Experimentador, no experto. – Para el experimentador, el mundo es quien tiene la última palabra, mientras el experto sanciona, zanja, pero no crea. El experimentador es un enamorado de lo posible, un escéptico respetuoso, un solucionador. Es un profesional de “uñas negras”, con un fino olfato para la solución de problemas y una pasión por ir al grano y agregar valor.
Estratega inspirado, abnegado ejecutor. – Ninguna empresa desarrolla productos para perder dinero o mantenerse anónima. Los proyectos deberían brotar de una estrategia empresarial, aún siendo poco definida o incluso errática. El trabajo del diseñador industrial es el resultado de la implementación de una estrategia, durante el cual contribuye a clarificarla, reproponiéndola, haciéndola madurar. Casi todo proyecto es oportunidad para el cambio y la mejora de la organización. Los mejores Diseñadores Industriales identifican qué aspectos del proyecto poseen mayor potencial en ese sentido, y ponen énfasis sobre ellos, a la vez que ejecutan todas las restantes tareas.
Herramienta principal: un buen par de orejas y un cerebro atento entre ellas. – Escuchar con ganas es estar dispuesto a abandonar las propias ideas por ideas mejores. Es el primer paso para el aprendizaje permanente, para la valoración de la diversidad.
Actitud positiva. – Los proyectos son naturalmente frustrantes. La actitud positiva se evidencia en volver a intentar una nueva idea, trabajar una vez más con los compañeros de equipo para lograr una visión común. Y señalar lo valioso en el trabajo de los demás antes de indicar los aspectos flacos, cuya identificación, en realidad, no requiere talento alguno.
Estas son algunas características de la diversidad en un diseñador industrial, que encontramos valiosas, para la formación de una identidad profesional.
Identidad marcada sobre todo por el logro consistente de los objetivos de los proyectos, no por la expresión formalizada en productos, del hecho de haber nacido en cierto lugar o de pertenecer a cierta comunidad. En la producción masiva industrial es rara la preocupación por que la procedencia se exprese estéticamente. Es más común la construcción de una marca (brand) expresada entre otros, en términos estéticos de productos, como en los automóviles BMW por ejemplo, o incluso en la mezcla ofertada de funcionalidades/beneficios del producto.
Falta mucho camino para que el diseño industrial uruguayo adquiera status de marca per se, de modo que las empresas busquen agregar este rasgo distintivo a sus estrategias de branding. Hoy no abundan las empresas preocupadas por la “uruguayidad” de sus diseños, y es natural: el diseño industrial uruguayo no ha decantado aún una imagen distintiva. Y lo hará como resultado natural de la ejecución de la práctica profesional, una y otra vez, formando una cadena de logros cotidianos, como un rumor persistente, que un buen día deviene leyenda, transformado por cientos de intervenciones apasionadas, hasta hacerlo digno de perdurar.